domingo, 18 de noviembre de 2007

EL ARTE PIXELADO

“La duda lleva al examen, y el examen lleva a la verdad”. Según Pedro Abelardo, teólogo francés al que se le atribuye esta cita, es con la duda cuando comenzamos a vislumbrar la verdad. Cuando Roger Ebert, uno de los críticos cinematográficos de mayor prestigio, afirmó que los videojuegos nunca podrían ser arte, destapó la caja de los truenos y sembró la duda dentro del sector. Se reabre así otra vez el debate de lo que puede y no puede ser arte. Con la aparición de nuevas tecnologías y formas de expresión, los expertos comienzan a preguntarse si se debe ampliar el abanico de artes clásicas que existen hasta este momento. Por ahora, tan sólo son siete las reconocidas: la pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, danza y el cine.
Pero vayamos por partes, para saber si los videojuegos son o no son arte, o si tiene el potencial de serlo, deberíamos primero preguntarnos, qué es el arte. Por ahora, lo que haremos será escoger las afirmaciones más representativas sobre lo que es arte y haremos un análisis de las mismas, para saber si los videojuegos pasan el corte. Comencemos por la definición que nos aporta el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “acto mediante el cual el hombre imita o expresa lo material o lo invisible, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, y crea copiando o imaginando”. Desde esta óptica parece que los videojuegos no tendrían problemas para hacerse un hueco entre las artes. En la elaboración del producto, el diseñador gráfico, por ejemplo, crea una estructura poligonal con la que representa lo material. Algo parecido a lo que hace un arquitecto cuando esboza sus primeros bocetos con el “Autocad” para conformar la estructura de un edificio. Pero no nos debemos parar aquí y pensar que todo el trabajo ya está hecho. Y no podemos porque definiciones como está, están pensadas para ofrecer un servicio rápido y funcional a través del lenguaje. Sirven para hacernos una idea del significado de las palabras. Más interesante son las definiciones de los grandes pensadores, más abstractas y subjetivas, pero que nos aportan nuevos puntos de vista. Según el pintor catalán Antonio Tapies “El arte es la filosofía que refleja un pensamiento”. Más concreto fue el también pintor y escultor francés Jean Dubuffet cuando dijo que “el arte es un lenguaje, un instrumento de conocimiento y un instrumento de comunicación”. Si nos vamos al primero, nos quedamos igual que antes, es decir, la filosofía se puede expresar de diversas formas, no hay un formato establecido. Por otra parte, el hombre refleja, también, su pensamiento con cualquier acción que realiza. Sin embargo, llama la atención lo bien que encaja el videojuego en la idea de arte que tiene Jean Dubuffet. El videojuego es lenguaje y se crea mediante un lenguaje (códigos) característico, además de servir en ocasiones de instrumento de aprendizaje (observemos juegos como Full Spectrum Warrior que utilizan los militares estadounidenses en su entrenamiento táctico o los juegos de Fórmula 1, con los que Hamilton repasaba los circuitos en los que nunca había corrido). Además, utiliza también un canal estándar de comunicación como la televisión, por el cual, los desarrolladores nos comunican sus ideas.
Ebert no sólo desestimó al videojuego como arte en la actualidad, sino que le arrebató, también, la posibilidad de llegar a serlo en el futuro. Fue una cualidad la que utilizó en su contra: la interactividad. Al parecer ésta rompe la estructura narrativa que crea el “artista”. Parémonos un poco en estas afirmaciones, porque descubriremos que no puede ser un factor negativo para el videojuego. La interacción del jugador con el juego no desvirtúa el producto creado, ni tampoco lo forma. Más bien lo contempla, como cuando se observa, también, una escultura o lienzo. No se puede decir que no haya interacción en otras artes como la literatura, ya que si el Quijote no lo leyera nadie, desde luego no sería una obra tan conocida. Y en esas lecturas de Shakespeare o Quevedo, es la imaginación la que interactúa con el texto, es la “cruceta” de nuestros pensamientos la que nos hace ver un paisaje más verde o frondoso que el páramo que sugiere a otra persona, que a nuestro lado, también lee atentamente el libro. Cuando los “video-jugadores” manejan a Mario, es cierto que deciden o no, saltar sobre las numerosas tortugas que se encuentran a su paso pero, esa interacción, no rompe su narrativa global y, desde luego, no transforma la filosofía que el autor ha querido expresar con su juego.
“Estamos hablando de prejuicios y de mentes estrechas y os invitó a convencer al mundo de que estamos ante una forma de arte”. Con estas palabras respondió Clive Barker en la presentación del videojuego “Jericho” ante los medios. El famoso novelista parece darse cuenta de que el arte es algo subjetivo, y que de nada sirve intentar convencer con argumentos científicos a nadie. Mediante una cadena lógica de acontecimientos intentó, al menos, crear la duda entre los críticos, “Si la novela gráfica de Frank Millar ‘300’ es una obra de arte, si la película basada en su novela es una obra de arte, ¿por qué el videojuego basado en la película no lo es?” Una buena pregunta al final. Es difícil responder por qué las bandas sonoras que compone Harry Gregson-Williams para películas como La Roca pueden considerarse artísticas, mientras que sus piezas en Call of Duty 4 pasan inadvertidas. Entendemos que la música es un arte y el soporte en el que se comunica no debería determinar su validez como tal.
Uno de los motivos que relanzó el debate fueron las declaraciones de Hideo Kojima, en las que aseguraba que no se podía considerar a los videojuegos una expresión artística. Llamó la atención que uno de los grandes “gurús” dentro de la industria se desmarcase con unas declaraciones que perjudicaban la madurez del sector. ”El arte es algo que radia del artista, la persona que crea la pieza de arte. Si pasan 100 personas y una sola de ellas es cautivada por lo que la pieza irradia, eso es arte”. Pongamos como ejemplo uno de los juegos más famosos de Kojima, Metal Gear Solid, y veamos si, esta visión tan reductora de lo que es el arte, impide seguir pensando que estamos ante un juego diferente al resto. La población española está rozando los 43 millones de personas en el 2007. Según un reciente estudio de ADESE, el parque de jugadores que juegan a videojuegos se acerca ya a los 9 millones de personas. Las ventas de un juego de estas características apenas supera el millón de copias vendidas en nuestro país. Y desde luego, todas las personas que poseen este juego, no ven en él, una pieza artística. Se podría decir que tan sólo unos pocos estamos convencidos que nos encontramos ante una obra maestra dentro del género al que representa. Obsérvese entonces que la proporción de la que nos habla Kojima, no es tan alejada de la realidad. Estamos de acuerdo en que la industria del cine posee similares características a la de los videojuegos. Sus productos también van dirigidos a las masas consumidoras, pero una película como Casablanca puede ser un éxito de ventas y crítica, y ese factor comercial (sea el motivo por el que sea el que se pueda vender el film) no supone un punto negativo para poder estar seguros de que estamos ante una forma de arte. Kojima además prosiguió añadiendo que “un videojuego debe asegurarse de que las 100 personas que jueguen disfruten del servicio que provee el juego. Es como un servicio. No es arte” Ese afán de ventas necesario para asegurar que un producto llegue a los hogares, no es propio tan sólo de la industria del videojuego. Como vemos también se da en otras artes como el cine. Algunos directores tienen la libertad de realizar su trabajo sin la presión comercial. Esto ocurre porque el cine, a diferencia de los videojuegos, se encuentra en una fase más madura. La industria se ha partido en dos, y aunque sigue existiendo un “Hollywood”, el cine ha sabido crear otra corriente alternativa en el que las ventas no son el único baremo de calidad artística. Según Henry Jenkins, director del programa de estudio de medios en el Massachussets Institute of Tecnology, el sector de videojuegos necesita “una estética de banda de música garage, o una estética de cine independiente para los juegos". Quizá así, lleguemos al punto de madurez necesaria para que los videojuegos se comiencen a ver no sólo como simple entretenimiento lúdico, lo cual tampoco debería de dejar de serlo nunca. Los mismos prejuicios que infravaloran e incluso demonizan el videojuego, también parecen sugerir que sólo es arte lo aburrido, o al menos lo que divierte sólo a unos pocos.
Quedan muchas voces silenciadas en este texto que, por espacio, no han podido ayudarnos a aclarar mejor este tema tan controvertido. Se quedan así en el tintero el tema de las emociones en el arte, liderado por el famosísimo director de cine, Spielberg, que afirma que la mayoría de edad llegará al sector “cuando alguien confiese que ha llorado al llegar al nivel 17”. Igualmente, la ingente cantidad de información que circula por Internet y otros canales, debe saber el lector que no nos sacarían de la duda en que ahora nos hayamos. Al menos nos queda la duda, y no la certeza de que el hobby al que tantas horas le dedicamos, no pueda ser algún día una arte reconocido y maduro. Y les aseguro una cosa: no piensen que lo que ustedes controlan sentados cómodamente desde el salón de sus casas, es un ejercicio más inocuo que la utilización de la palabra que he manejado durante todo el artículo. ¡Pobre de mí! Si pensara que siendo la literatura arte, mi artículo fuera una ínfima parte… De lo que todos sentimos, vivimos y amamos, cuando al encender la tele, jugamos, con nuestro arte pixelado.