viernes, 6 de noviembre de 2009

La teoría del círculo negro (Tercera y última parte)

Ahora volvamos al círculo negro que tapaba a Bussaca: la censura es ese pequeño hueco a rellenar, es decir, a construir para que la imagen tenga sentido. Antes de construir inventaremos su contenido pero no de forma arbitraria sino teniendo en cuenta la lógica. Finalmente crearemos una sola imagen inmutable que no haga variar en demasía el hecho. Y ya lo tenemos: nuestra propia realidad subjetiva.
Esa es la razón por la que el chico del bar aseguraba que Bussaca había meado en el campo de fútbol. No le hizo falta destapar el círculo negro porque para él, aquel gráfico negro que ocultaba plenamente el acto ya no era opaco, si no que tornaba transparente y claro. Aquella imagen no tenía nada de incierto, su lógica ya había dibujado los hechos y los había archivado con el resto de sucesos cotidianos.
De esta misma forma actuamos todos en cada momento, es decir, los círculos negros de la censura aparecen en cada acción que recogemos, sea una imagen, una palabra o su conjunto. Rellenar el círculo negro no se realiza de forma azarosa si no mediante la lógica y aunque no varíe la sustancia del hecho, si lo transforma, lo crea y lo inventa. En el caso de la censura, su función no es la de esconder un hecho si no la de velar por la sensibilidad de las personas. Por lo que el círculo negro no intenta ocultar la micción de Bussaca, si no que pretende salvaguardar su honor y proteger al receptor de una imagen inapropiada. El problema es que este mismo círculo negro aparece en cada acción cotidiana, pero con la diferencia de que no tiene ningún cometido, simplemente son cachos de información que se pierden. Si durante cinco minutos dejamos de prestar atención a una película, no por ello diremos que no hemos visto el metraje y no tendremos problemas en desvelar su argumento a cualquiera. Por eso, esos cinco minutos son un círculo negro que como decimos no cumplen la función de censura, pero que nuestro cerebro también rellena.
Por lo tanto: el hombre inventa y construye su propia realidad, la cual está compuesta de infinitos círculos negros invisibles (que no puede ver porque ya los ha rellenado y forman parte de su conocimiento). La ubicación de dichos círculos es incierta, pues en cada acto aparecen dispersos de tal forma que se hace imposible avistarlos. Cada pensamiento del hombre es incompleto y parcialmente inventado. Al afectar tanto a hechos sustanciales como insustanciales, las consecuencias en la realidad construida también son indeterminadas. Entendiendo que el hombre vive y actúa en función de la lógica de sus pensamientos, determinamos mediante la teoría del círculo negro que el hombre vive y actúa en consecuencia a una realidad inventada diferente de cualquier otra realidad individual, es decir, sólo entendible desde su ser y sólo criticable desde su realidad.
La conclusión es que los círculos negros que invaden la mente humana encaminan sus pasos a lo largo de la vida. Ninguna decisión es tomada desde la mesura y la racionalidad completa, lo que termina derivando en una completa incertidumbre de los actos y con unas consecuencias azarosas catastróficas. Esa ausencia parcial de información que son los círculos negros puede guiar a una persona hacia puntos a los que no acudiría de conocer su contenido. Es decir: no sólo las vivencias de nuestra infancia condiciona nuestra personalidad, no sólo la sociedad conforma nuestra identidad, no sólo el lenguaje determinan nuestros pensamientos, no sólo nuestro ADN sirve como base de nuestro carácter, virtudes o defectos, no sólo el puro azar dirige nuestros destinos, también la ausencia, la nada, lo que no sabemos, lo oculto, nuestra censura nos determina. El ser también se construye con el no ser, los hombres también son como son sus círculos negros.

La teoría del círculo negro (Segunda parte)

Eso es lo que ocurrió entre dos personas en aquel bar. Un chico aseguraba que Bussaca había meado en el campo e, independientemente de que tenga razón ya que no podemos descartar que efectivamente el árbitro decidiera desahogar su vejiga, su afirmación partía de una imagen censurada que no esclarecía el hecho en sí. Muchos pensarán que simplemente algunas personas son menos o más críticas con lo que le cuenta la televisión, pero yo intento exponer aquí que lo que le pasó fue que una vez más se cumplió la teoría del círculo negro. Dirán ustedes: ¿Pero que es la teoría del círculo negro? Bueno, paciencia, vayamos despacio que es como se descubrió el espacio.
Toda la información que recoge el ser humano, todo lo que escucha, lee, observa, siente o intuye, todo eso que llega a nuestro cerebro (la información) es la suma del hecho captado más nuestra propia interpretación. Es decir, cuando vemos, por ejemplo, una película, la información que recogemos sería la suma de la proyección (siempre igual e inmutable) y nuestra percepción (única de cada persona). Es decir, el hombre ya crea puzles mentales incluso cuando la información le es dada en su totalidad, sin cortapisas. Nada nuevo en el horizonte como ven. ¿Pero qué significa esto? Pues que la realidad que se nos presenta deja de ser objetiva y aunque fue concebida para no mutar con el tiempo, en la práctica muta, y pasa a ser una realidad subjetiva. Esta nueva realidad que vemos es ya la única válida en el tiempo para nosotros y puede mantenerse así hasta el día de nuestra muerte o cambiar drásticamente con el tiempo. Por lo que la realidad pensada del director pierde en favor de otras realidades (infinitas) que ocupan su lugar. Digamos entonces, antes de seguir avanzando, que la realidad objetiva invariable deja de existir y nos encontramos “tan sólo” con infinitas realidades subjetivas que pueden variar o no. Por eso se suele decir, por ejemplo, que en el periodismo la objetividad no existe, y permítanme decirles que de no ser cierto esto, sobrarían muchos periódicos.
Pero la teoría del círculo negro se centra más en las cadenas lógicas del pensamiento. Esto es, después del uno viene el dos y así sucesivamente. Si tomamos las matemáticas y llegamos a la conclusión de que uno más uno son dos y que dos es menor que tres, nadie en su sano juicio podría defender que uno es mayor que tres. Así que una de las formas del pensamiento humano tiene en cuenta la lógica, siendo verdadero todo aquello que sigue sus premisas. Cuando el hombre no encuentra explicación (por carecer de lógica) a un hecho, este no pasa a ser falso, sino incierto, es decir, en ese momento temporal se ignora si es verdadero o no. La primera cadena lógica que aparece en la mente de las personas cuando observan una imagen censurada es el motivo de la censura, es decir, pensamos que si un gráfico no se nos ofrece en su plenitud es porque hay algo que era necesario tapar parcialmente. Cuando vemos al árbitro con un círculo negro en la cintura, por lógica pensamos que al destapar la censura algo será fuera de lo normal. Es por ello que los lectores intuyen la ausencia del tanga cuando ven en alguna revista la entrepierna pixelada de alguna señorita ligera de ropa.
Derivado de la lógica nos sobreviene también la construcción de la realidad. En periodismo el redactor no sólo describe los hechos tal cual los conoce, sino que ordena la información que recoge y rellena los pequeños huecos que, aunque no alteran de forma sustancial la realidad contada, se suponen indispensables para poder desempeñar su profesión. La Construcción de realidades no guarda relación con la invención, es decir, no es lo mismo construir que inventar. El proceso se separa en el tiempo ya que a la labor de construir precede la de inventar, de la misma forma que llega antes un arquitecto que un albañil a la zona de edificación. Además del factor tiempo, otra diferencia entre estos dos términos es la materia con la que trabaja, es decir, mientras que son piezas lo que utilizamos en la construcción, estas tornan en ideas en la invención. El ejemplo periodístico nos viene como anillo al dedo para terminar con la explicación: el periodista construye realidades pero es evidente que el verbo utilizado (construir) es un juego de palabras, ya que no se sirve de piezas sino que antes se sirve de ideas, antes inventa. No pretendo decir que los periódicos son una invención, si no que es necesario inventar para poder escribir la realidad.

La teoría del círculo negro (Primera parte)

La mejor manera de explicar una teoría es describir su origen tal cual acontece. Igual que al recordar una calle o un número de teléfono, volver con la mente al lugar de los hechos ayuda a dar con el nombre, el dígito o, en este caso, con la idea que no queremos olvidar. La hipótesis del círculo negro no viene a descubrir nada que no supiéramos pero, al menos para mí, subyacía en el fondo de mi cerebro esperando a que una copa de más me hiciera pensar en ello. Un partido de fútbol, un comentario, varias copas y una música insustancial dio lugar a dicho conocimiento especulativo dispuesto y nacido para ser rebatido.
Distraído por el efecto de las cañas y algunas conversaciones más interesantes que el partido que había decidido ver, comencé a prestarle mayor atención a un comentario que al Real Madrid. Una persona charlaba con otra sobre un suceso acontecido en un campo de fútbol de Qatar en la que un árbitro (supuestamente) había orinado en el césped mientras se disputaba el partido. Una noticia que muchos conocerán por la polémica que desató al tratarse de un colegiado de prestigio internacional. Numerosos medios se hicieron eco de la micción de Busacca y aportaron imágenes para constatar los hechos como verdaderos. Esas mismas imágenes eran las que comentaban asegurando haber visto al juez meando al borde de una de las áreas de gol.
No voy a entrar en la veracidad de los hechos. Que Busacca tuviera o no dicha incontención no nos debe interesar. Simplemente valga como ejemplo de lo que quiero explicar, lo que se me ocurrió tras esa breve conversación. Lo que se pudo ver en algunos telediarios del país, o lo que hoy se puede rescatar por internet no dejan lugar a dudas. Una de las cámaras situadas detrás de una de las porterías nos muestra al colegiado de espaldas a las acciones de los futbolistas, con el cuerpo ligeramente arqueado, la cabeza mirando hacia el césped y las manos juntas atisbando su unión en un punto inferior al torso y superior a los muslos. Quizá para salvaguardar el honor de Bussaca o justamente para todo lo contario, un círculo negro tapaba el vergonzoso acto desde la cintura al final del pantalón.
Este sin duda es un punto clave en el que me voy a detener. Resulta que las imágenes que dieron la vuelta al mundo estaban censuradas. Nadie ha podido ver esas mismas instantáneas sin el dichoso círculo negro. Un círculo negro que oculta de facto dicha crítica. No se observan las manos, ni el miembro, ni siquiera el zoom digital descubre el posible chorro de pis al golpear en la hierba. De hecho, el señor Busacca fue lo que alegó en su defensa y en ataque de la cadena que lo difundió. Vino a decir que en ningún momento había hecho semejante guarrada y que por lo único que ese bulo seguía en pié era precisamente por ese círculo negro. Se trataba según el árbitro de una imagen censurada sin razón alguna, ya que detrás de aquel negro sólo estaban sus manos y el pantalón en la posición estándar.
Imagínese a una persona en calzoncillos. Un chico normal que porta un “bóxer” ceñido de los que son hoy moda. Hágale una foto y después con el photoshop, también muy de moda, plántele un círculo negro que sólo deje al descubierto sus partes desnudas. ¿Qué cree que pasará? Que el cerebro es tan inteligente que tan sólo con un golpe de vista analizará la imagen y dará por hecho que esa persona está en pelotas. ¿Por qué? Nosotros pensamos con lógica y entendemos las razones que pueden llevar a la censura, la compartamos o no. La única razón posible por la que a ese chico le acompañe un círculo negro es la misma por la que Adán se tapaba con una parra. Cierto que hay más tipos de censura, ya que detrás de la mancha opaca también podría esconderse, por ejemplo, una de las manos del chico sosteniendo la cabeza seccionada de una mujer octogenaria. Pero como dije, en tan sólo un golpe de vista nuestro entendimiento selecciona lo más factible y descarta en milésimas de segundo lo más improbable, es decir, nuestro cerebro recoge la fotografía como si se tratara de un puzle y, visto que el hombre aparece a pecho descubierto y luciendo un precioso depilado de piernas, la pieza que más encaja es la de un pene en reposo o erecto. Dato importante, ya que nosotros no discutiremos en la barra de un bar si el chico la tiene grande o pequeña (eso queda a la imaginación) pero tampoco saldrá a debate el hecho de si estaba desnudo o no (irónicamente lo damos por hecho).

lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti, yo y viceversa

“Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.” M.B.

Entiendo la angustia del ánimo por amor y su impulso irresistible. Entiendo que todo es posible, si del sentimiento intenso se habla, aunque haya que salvar la pesadumbre de los corazones. En la prevención de encontrarte, la certeza me despreocupa de las débiles vacilaciones. Y, al igual que Mario, pienso que el tiempo apremia y nos premia no a destiempo, si no en el justo momento fortuíto de no huir de la pasión. Y en términos breves no se puede ser más preciso que este uruguayo, que en amor armoniza el sufrir y el gozo. Y ahora que otro genio se encuentra fuera de este “paréntesis en medio de dos nadas”, mi pensamiento y mi alma dispersa, me dicen de nuevo que muero y vivo por ti… y viceversa.

Murió Benedetti, el poeta del amor y el compromiso

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi alma perdida

Se acabaron las ilusiones;
A las puertas espera la noche.
Se terminaron los sueños y, en el olvido, amenazan morirse.
Se despidieron los anhelos que, con mimo, alentaban pasiones.
Y de mi calma se arrancaron reproches,
que hoy al no hallarlos ensueño, que las musas quisieron irse.

¡Qué tarde sale la luna!
A las puertas aguarda la senda.
Sabiéndome vencido camino y, en los pies, se presagian las llagas.
¡Qué tarde amanecen los llantos! Que, sin verlos, mecían la cuna.
Y la esperanza es ahora leyenda,
que hoy al saber mi destino, maldigo que los dioses quemaran mis alas.

¿Cómo debo deshojar los pétalos?
A las puertas afloran las dudas.
Pellizcar con los dedos intento y, en el bosque, acechan temores.
¿Cómo debo aguantar mi penuria? Que, pisionera, permanece en mis dédalos.
Y en el corazón, arterias viudas,
que hoy tan sólo lamento, que ya no me queden amores.

Deberé afilar el acero;
A las puertas se burla el gigante.
Un viejo yelmo porto y, sin embargo, desnudo llevo el pecho.
Deberé encajar el golpe que, del cielo, caerá severo.
Y tras la lucha el devenir errante,
que hoy imagino absorto, que los infiernos están en mi lecho.

Se apagarán las luces;
A las puertas se cierne la nada.
La muerte en la soledad aparece y, en el recuerdo, perdura la vida.
Se evaporarán las cenizas que, en el tiempo eternas, prometían las cruces.
Y la sangre bombeará helada,
que hoy cuando el cuerpo perece, encuentro mi alma perdida.

domingo, 18 de mayo de 2008

Un cuento de hadas

¿Cuál es la diferencia entre literatura y periodismo? Según Manuel Rivas en lo único que debe diferenciarse un texto ficticio de otro real es en que, en el segundo, sus protagonistas deben aparecer en el registro civil.
La sensación de hojear las páginas de un libro recién comprado es muy parecida a la impresión agradable que experimenta cualquier persona ojeando el periódico del día. Cuadernos escritos en formatos diferentes pero que buscan un mismo fin: contar algo. Así debía de pensar el gallego Manuel Rivas cuando asistía a las interminables clases de periodismo. Aburridas, cuando el profesor insistía en la objetividad de los datos, en los textos desalmados. Interesantes, cuando el magistrado alentaba el talento del alumno, aumentando la ansiada libertad. ¿Podemos contar la ficción con herramientas periodísticas? Nadie lo discutiría. Entonces si podemos hacer anodina la novela, ¿Por qué no enganchar al lector a la realidad con la pluma de los cuentos?
Esto es lo que evidencian los 59 artículos, crónicas y reportajes que componen El periodismo es un cuento. No se reúne lo mejor de un columnista, sino que se muestra un estilo periodístico alejado de la facultad, de la propia escuela, de los tópicos y el encorsetamiento de la profesión. Rivas relata para que su texto se lea, interese y sea recordado, porque, como acierta a decir él, “lo que nunca olvidaremos de los periódicos es lo que tienen de buena literatura”. Leyendo La triste historia de Eva reparas en un suceso mucho más humano, trágico y cercano que el conjunto de estadísticas que suelen acompañar los diarios. Repasar los naufragios na Costa da Morte puede ser un ejercicio histórico tedioso en la lectura, si el escritor no se preocupa en mostrar el ambiente, en contar las leyendas y dibujar pequeñas historias anónimas que forman en nuestra conciencia un todo y nos informan de igual manera.
¿Qué es lo que hace que merezca la pena la redacción de una noticia? Para Rivas los pies de foto de Alvaro Cunqueiro ya justificaban las portadas de La voz de Galicia. La obsesión del autor por desenmarañar el porqué de las noticias es lo que llena de encanto sus párrafos. Lo que te transporta a la Galicia de las meigas, a los cuentos labrados por el tiempo ante el calor de las llamas de una hoguera.
Es un libro recomendable, que se dirige a todos, pero que hurgará en el fondo de tu alma si eres ese hombre amnésico que ya no recuerda por qué comenzó su carrera periodística. Alimenta más el debate entre realidad y ficción, entre la objetividad periodística, entre lo que debe ser literatura y lo que no. Al menos nadie podrá criticar a Rivas que lo que dice no es cierto, que lo que cuenta no es una hermosa realidad.

viernes, 9 de mayo de 2008

Sexo,drogas y videojuegos

Miras hacia la televisión y lo compruebas. Ese hombre no va a parar hasta matarla. Le golpea con un bate y después le estrangula con fuerza. Se recrea, la mira con desprecio y se ríe de ella. La mujer llora y grita de impotencia. Nadie se acerca. En medio de la gran manzana nadie se está dando cuenta. En dos minutos el telón se cierra. Fin de la escena.

Todas las historias, tanto reales como ficticias, se pueden contar de mil maneras. Algunas son muy desagradables como esta. Y este tipo de relatos los podemos encontrar en un libro, un periódico, la radio, la televisión o el cine. De forma más abstracta nos lo puede explicar una pintura, una escultura o una performace. La libertad de expresión es un derecho exigible siempre. Pero sepan una cosa: podemos sentarnos como adultos en la sala de un cine cualquiera, ver un telediario, o leer una novela en el que este tipo de contenido se tolera. Sólo existe la censura para el nuevo anticristo mediático: el videojuego.

Recientemente el polémico estudio de videojuegos, Rockstar, vio como no se le permitía sacar su producto al mercado en países como Gran Bretaña o Alemania. Tener una copia en Australia del juego, Manhunt II, es un delito penado con la cárcel. La controversia viene por sus escenas violentas, excesivas para el gusto de la BBFC británica encargada de revisar los contenidos de los juegos. Otro juego, Canis canen edit, también del mismo estudio y polémico por su contenido violento no ha sufrido censura alguna. ¿Hay algún baremo que sigan los órganos censores? Ninguno. Todo depende del ruido mediático que arrastre el videojuego.

Pero deberíamos preguntarnos primero por qué no se toleran las escenas violentas en los videojuegos. El primer mito en torno al mercado de los juegos electrónicos es que estos son productos dirigidos a los niños. Primer error que se demuestra fácilmente: los videojuegos tienen una calificación por edades y muchos ya son sólo recomendados para mayores de 18 años. Se demuestran dos cosas: por un lado, no se les permite a las tiendas vender un juego de adultos a un menor; y por otro, si cada vez hay más juegos con esta clasificación es señal de que el público objetivo esta madurando. Actualmente la media de edad del consumidor de videojuegos se sitúa en los 23 años, según datos recogidos por ADESE, organización que estudia el comportamiento del mercado de videojuegos en España.

Pero sus críticos argumentan la censura atacando la interactividad del videojuego. Al parecer manejar las acciones de un avatar virtual en un mundo ficticio es muy peligroso. Un niño que mata un marciano en una máquina recreativa probablemente lo llevaría acabo si ETE se le apareciese en su salón. El poder que otorgan sus enemigos al videojuego es brutal. Podríamos crear zombis sin cerebro o unos nuevos nazis a través de un Blu-Ray de Sony. ¿No será que nos encontramos ante un mero entretenimiento, que los videojuegos al igual que el cine sólo pretenden contar historias?

Hace poco, Guillermo Vargas realizó una performance artística en Nicaragua atando un perro vivo en una pared y abandonándolo allí hasta su muerte. A través de las aberraciones también contamos historias y recibimos premios. Puede que el bueno de Guillermo nos estuviera diciendo que el hombre sólo se preocupa de los problemas cuando los tiene delante. Le dimos la razón, ya que a nadie se le ocurrió soltar al pobre animal y darle de comer. ¿Por qué hablamos de lo que es ético o no en la ficción? ¿Por qué si en favor del arte se permite ser todo lo amoral que se quiera? ¿Cuántos perros virtuales puedes matar en tu Playstation? Al parecer ni medio perro.