viernes, 6 de noviembre de 2009

La teoría del círculo negro (Primera parte)

La mejor manera de explicar una teoría es describir su origen tal cual acontece. Igual que al recordar una calle o un número de teléfono, volver con la mente al lugar de los hechos ayuda a dar con el nombre, el dígito o, en este caso, con la idea que no queremos olvidar. La hipótesis del círculo negro no viene a descubrir nada que no supiéramos pero, al menos para mí, subyacía en el fondo de mi cerebro esperando a que una copa de más me hiciera pensar en ello. Un partido de fútbol, un comentario, varias copas y una música insustancial dio lugar a dicho conocimiento especulativo dispuesto y nacido para ser rebatido.
Distraído por el efecto de las cañas y algunas conversaciones más interesantes que el partido que había decidido ver, comencé a prestarle mayor atención a un comentario que al Real Madrid. Una persona charlaba con otra sobre un suceso acontecido en un campo de fútbol de Qatar en la que un árbitro (supuestamente) había orinado en el césped mientras se disputaba el partido. Una noticia que muchos conocerán por la polémica que desató al tratarse de un colegiado de prestigio internacional. Numerosos medios se hicieron eco de la micción de Busacca y aportaron imágenes para constatar los hechos como verdaderos. Esas mismas imágenes eran las que comentaban asegurando haber visto al juez meando al borde de una de las áreas de gol.
No voy a entrar en la veracidad de los hechos. Que Busacca tuviera o no dicha incontención no nos debe interesar. Simplemente valga como ejemplo de lo que quiero explicar, lo que se me ocurrió tras esa breve conversación. Lo que se pudo ver en algunos telediarios del país, o lo que hoy se puede rescatar por internet no dejan lugar a dudas. Una de las cámaras situadas detrás de una de las porterías nos muestra al colegiado de espaldas a las acciones de los futbolistas, con el cuerpo ligeramente arqueado, la cabeza mirando hacia el césped y las manos juntas atisbando su unión en un punto inferior al torso y superior a los muslos. Quizá para salvaguardar el honor de Bussaca o justamente para todo lo contario, un círculo negro tapaba el vergonzoso acto desde la cintura al final del pantalón.
Este sin duda es un punto clave en el que me voy a detener. Resulta que las imágenes que dieron la vuelta al mundo estaban censuradas. Nadie ha podido ver esas mismas instantáneas sin el dichoso círculo negro. Un círculo negro que oculta de facto dicha crítica. No se observan las manos, ni el miembro, ni siquiera el zoom digital descubre el posible chorro de pis al golpear en la hierba. De hecho, el señor Busacca fue lo que alegó en su defensa y en ataque de la cadena que lo difundió. Vino a decir que en ningún momento había hecho semejante guarrada y que por lo único que ese bulo seguía en pié era precisamente por ese círculo negro. Se trataba según el árbitro de una imagen censurada sin razón alguna, ya que detrás de aquel negro sólo estaban sus manos y el pantalón en la posición estándar.
Imagínese a una persona en calzoncillos. Un chico normal que porta un “bóxer” ceñido de los que son hoy moda. Hágale una foto y después con el photoshop, también muy de moda, plántele un círculo negro que sólo deje al descubierto sus partes desnudas. ¿Qué cree que pasará? Que el cerebro es tan inteligente que tan sólo con un golpe de vista analizará la imagen y dará por hecho que esa persona está en pelotas. ¿Por qué? Nosotros pensamos con lógica y entendemos las razones que pueden llevar a la censura, la compartamos o no. La única razón posible por la que a ese chico le acompañe un círculo negro es la misma por la que Adán se tapaba con una parra. Cierto que hay más tipos de censura, ya que detrás de la mancha opaca también podría esconderse, por ejemplo, una de las manos del chico sosteniendo la cabeza seccionada de una mujer octogenaria. Pero como dije, en tan sólo un golpe de vista nuestro entendimiento selecciona lo más factible y descarta en milésimas de segundo lo más improbable, es decir, nuestro cerebro recoge la fotografía como si se tratara de un puzle y, visto que el hombre aparece a pecho descubierto y luciendo un precioso depilado de piernas, la pieza que más encaja es la de un pene en reposo o erecto. Dato importante, ya que nosotros no discutiremos en la barra de un bar si el chico la tiene grande o pequeña (eso queda a la imaginación) pero tampoco saldrá a debate el hecho de si estaba desnudo o no (irónicamente lo damos por hecho).

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