jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi alma perdida

Se acabaron las ilusiones;
A las puertas espera la noche.
Se terminaron los sueños y, en el olvido, amenazan morirse.
Se despidieron los anhelos que, con mimo, alentaban pasiones.
Y de mi calma se arrancaron reproches,
que hoy al no hallarlos ensueño, que las musas quisieron irse.

¡Qué tarde sale la luna!
A las puertas aguarda la senda.
Sabiéndome vencido camino y, en los pies, se presagian las llagas.
¡Qué tarde amanecen los llantos! Que, sin verlos, mecían la cuna.
Y la esperanza es ahora leyenda,
que hoy al saber mi destino, maldigo que los dioses quemaran mis alas.

¿Cómo debo deshojar los pétalos?
A las puertas afloran las dudas.
Pellizcar con los dedos intento y, en el bosque, acechan temores.
¿Cómo debo aguantar mi penuria? Que, pisionera, permanece en mis dédalos.
Y en el corazón, arterias viudas,
que hoy tan sólo lamento, que ya no me queden amores.

Deberé afilar el acero;
A las puertas se burla el gigante.
Un viejo yelmo porto y, sin embargo, desnudo llevo el pecho.
Deberé encajar el golpe que, del cielo, caerá severo.
Y tras la lucha el devenir errante,
que hoy imagino absorto, que los infiernos están en mi lecho.

Se apagarán las luces;
A las puertas se cierne la nada.
La muerte en la soledad aparece y, en el recuerdo, perdura la vida.
Se evaporarán las cenizas que, en el tiempo eternas, prometían las cruces.
Y la sangre bombeará helada,
que hoy cuando el cuerpo perece, encuentro mi alma perdida.

domingo, 18 de mayo de 2008

Un cuento de hadas

¿Cuál es la diferencia entre literatura y periodismo? Según Manuel Rivas en lo único que debe diferenciarse un texto ficticio de otro real es en que, en el segundo, sus protagonistas deben aparecer en el registro civil.
La sensación de hojear las páginas de un libro recién comprado es muy parecida a la impresión agradable que experimenta cualquier persona ojeando el periódico del día. Cuadernos escritos en formatos diferentes pero que buscan un mismo fin: contar algo. Así debía de pensar el gallego Manuel Rivas cuando asistía a las interminables clases de periodismo. Aburridas, cuando el profesor insistía en la objetividad de los datos, en los textos desalmados. Interesantes, cuando el magistrado alentaba el talento del alumno, aumentando la ansiada libertad. ¿Podemos contar la ficción con herramientas periodísticas? Nadie lo discutiría. Entonces si podemos hacer anodina la novela, ¿Por qué no enganchar al lector a la realidad con la pluma de los cuentos?
Esto es lo que evidencian los 59 artículos, crónicas y reportajes que componen El periodismo es un cuento. No se reúne lo mejor de un columnista, sino que se muestra un estilo periodístico alejado de la facultad, de la propia escuela, de los tópicos y el encorsetamiento de la profesión. Rivas relata para que su texto se lea, interese y sea recordado, porque, como acierta a decir él, “lo que nunca olvidaremos de los periódicos es lo que tienen de buena literatura”. Leyendo La triste historia de Eva reparas en un suceso mucho más humano, trágico y cercano que el conjunto de estadísticas que suelen acompañar los diarios. Repasar los naufragios na Costa da Morte puede ser un ejercicio histórico tedioso en la lectura, si el escritor no se preocupa en mostrar el ambiente, en contar las leyendas y dibujar pequeñas historias anónimas que forman en nuestra conciencia un todo y nos informan de igual manera.
¿Qué es lo que hace que merezca la pena la redacción de una noticia? Para Rivas los pies de foto de Alvaro Cunqueiro ya justificaban las portadas de La voz de Galicia. La obsesión del autor por desenmarañar el porqué de las noticias es lo que llena de encanto sus párrafos. Lo que te transporta a la Galicia de las meigas, a los cuentos labrados por el tiempo ante el calor de las llamas de una hoguera.
Es un libro recomendable, que se dirige a todos, pero que hurgará en el fondo de tu alma si eres ese hombre amnésico que ya no recuerda por qué comenzó su carrera periodística. Alimenta más el debate entre realidad y ficción, entre la objetividad periodística, entre lo que debe ser literatura y lo que no. Al menos nadie podrá criticar a Rivas que lo que dice no es cierto, que lo que cuenta no es una hermosa realidad.

viernes, 9 de mayo de 2008

Sexo,drogas y videojuegos

Miras hacia la televisión y lo compruebas. Ese hombre no va a parar hasta matarla. Le golpea con un bate y después le estrangula con fuerza. Se recrea, la mira con desprecio y se ríe de ella. La mujer llora y grita de impotencia. Nadie se acerca. En medio de la gran manzana nadie se está dando cuenta. En dos minutos el telón se cierra. Fin de la escena.

Todas las historias, tanto reales como ficticias, se pueden contar de mil maneras. Algunas son muy desagradables como esta. Y este tipo de relatos los podemos encontrar en un libro, un periódico, la radio, la televisión o el cine. De forma más abstracta nos lo puede explicar una pintura, una escultura o una performace. La libertad de expresión es un derecho exigible siempre. Pero sepan una cosa: podemos sentarnos como adultos en la sala de un cine cualquiera, ver un telediario, o leer una novela en el que este tipo de contenido se tolera. Sólo existe la censura para el nuevo anticristo mediático: el videojuego.

Recientemente el polémico estudio de videojuegos, Rockstar, vio como no se le permitía sacar su producto al mercado en países como Gran Bretaña o Alemania. Tener una copia en Australia del juego, Manhunt II, es un delito penado con la cárcel. La controversia viene por sus escenas violentas, excesivas para el gusto de la BBFC británica encargada de revisar los contenidos de los juegos. Otro juego, Canis canen edit, también del mismo estudio y polémico por su contenido violento no ha sufrido censura alguna. ¿Hay algún baremo que sigan los órganos censores? Ninguno. Todo depende del ruido mediático que arrastre el videojuego.

Pero deberíamos preguntarnos primero por qué no se toleran las escenas violentas en los videojuegos. El primer mito en torno al mercado de los juegos electrónicos es que estos son productos dirigidos a los niños. Primer error que se demuestra fácilmente: los videojuegos tienen una calificación por edades y muchos ya son sólo recomendados para mayores de 18 años. Se demuestran dos cosas: por un lado, no se les permite a las tiendas vender un juego de adultos a un menor; y por otro, si cada vez hay más juegos con esta clasificación es señal de que el público objetivo esta madurando. Actualmente la media de edad del consumidor de videojuegos se sitúa en los 23 años, según datos recogidos por ADESE, organización que estudia el comportamiento del mercado de videojuegos en España.

Pero sus críticos argumentan la censura atacando la interactividad del videojuego. Al parecer manejar las acciones de un avatar virtual en un mundo ficticio es muy peligroso. Un niño que mata un marciano en una máquina recreativa probablemente lo llevaría acabo si ETE se le apareciese en su salón. El poder que otorgan sus enemigos al videojuego es brutal. Podríamos crear zombis sin cerebro o unos nuevos nazis a través de un Blu-Ray de Sony. ¿No será que nos encontramos ante un mero entretenimiento, que los videojuegos al igual que el cine sólo pretenden contar historias?

Hace poco, Guillermo Vargas realizó una performance artística en Nicaragua atando un perro vivo en una pared y abandonándolo allí hasta su muerte. A través de las aberraciones también contamos historias y recibimos premios. Puede que el bueno de Guillermo nos estuviera diciendo que el hombre sólo se preocupa de los problemas cuando los tiene delante. Le dimos la razón, ya que a nadie se le ocurrió soltar al pobre animal y darle de comer. ¿Por qué hablamos de lo que es ético o no en la ficción? ¿Por qué si en favor del arte se permite ser todo lo amoral que se quiera? ¿Cuántos perros virtuales puedes matar en tu Playstation? Al parecer ni medio perro.

jueves, 8 de mayo de 2008

Doce minutos

El otro día fui a hacerme la revisión anual al dentista. Resulta que toda la vida cepillándome los dientes para enterarme de que lo hacía mal. Según el odontólogo para que mi dentadura estuviera libre de caries debía invertir 12 minutos en el proceso. Tres minutos por cada una de las cuatro zonas en las que se divide nuestra dentadura y ¡listo!, podría acostarme tranquilo y no tener que empastarme una muela en todo lo que me quedara de vida. Lo que no sabía es que después de salir de la clínica y haber leído el periódico, mi salud bucal iba a ser lo que menos me importara al terminar de enjaguarme la boca. Cada doce minutos se detiene a un hombre en España por maltrato hacia una mujer. Doce minutos, lo que tardamos en cepillarnos los dientes.

En la Grecia de Platón ser mujer no era desde luego algo deseable. Su estatus social era el mismo que el de los esclavos, lo cual suponía que no tenían derechos cívicos de ninguna clase, ni participación política. Aristóteles decía que la mejor cualidad de una chica era su silencio, algo muy cercano a la sumisión. A la mujer se le veía como un ser reproductivo y al varón como el ser administrativo. Instaurada desde los inicios, todavía hoy, pagamos las consecuencias de la herencia del patriarcado. Aunque las diferencias se están acortando, en la sociedad española, siguen siendo los miembros masculinos los que ocupan las posiciones de poder.

Nos debemos fijar en la cultura para entender los problemas de la calle. Con varias generaciones nacidas y formadas en democracia, todavía la desigualdad es evidente. Pensemos en la literatura, un arte en el que predomina la mujer tanto como lectora como licenciada: en las últimas 10 ediciones de sus premios nacionales aparecen galardonadas cuatro mujeres por una treintena de varones. No distinguimos la “literatura de mujeres” para oponerla a la “literatura de hombre”, la cual no existe, sino que la contrarrestamos con la “literatura a secas”. Es irónico que donde en el hombre vemos lo “universal”, devenga en “particular” en la mujer. Pensemos en nuestro lenguaje: en el que los hombres encarnan toda la raza humana y la mujer sólo una parte; en el que el macho es un ser social y cultural (hombre de estado) y la mujer representa la naturaleza, la sexualidad (su relación con el hombre). El lenguaje penetra también en los medios de comunicación alienando, sin saberlo, al ciudadano. Véase por ejemplo el titular: Un islamista, su mujer y su hermana mueren en un atentado suicida (El Mundo, 30-4-05): el varón se define por su relación con instancias religiosas (un islamista), las mujeres, por su relación con el macho (su mujer, su hermana). Tres personas mataron y murieron por motivos políticos y tan sólo una parece relevante.

Los datos que se arrojan hoy sobre el maltrato hacia la mujer no son más que las consecuencias de años y años infravalorando y silenciando el papel femenino en la sociedad. La responsabilidad social que recae en los medios de comunicación ha sido malinterpretada y ha ido engordando día a día el problema. El eufemismo “violencia de género” ha ocupado los titulares de los periódicos de manera ambigua y poco comprometida. Los telediarios siguen recogiendo las noticias de forma sensacionalista. El objetivo no es concienciar, ni informar, ni prevenir, ni solucionar; se busca llamar la atención ornamentando e incidiendo en lo más crudo de los hechos; insensibilizando y normalizando una situación que no es normal. Para los medios la mujer maltratada se queda así en otro número, en otra estadística difícil de vender a la audiencia sin más.

De nada sirve saber que en España mueren, cada año, un centenar de mujeres a manos de su pareja. Que cada cuatro casos de maltrato que se producen en Europa, uno pertenece a nuestro país. Que en dos años se han condenado ya a 50.000 hombres por violencia hacia la mujer. De nada sirve saberlo si a nuestro lado lo vivimos y no denunciamos. Si no aceptamos la realidad, si la negamos o miramos para otra parte. Si no nos concienciamos, si no se nos pone la piel de gallina o nos mareamos cuando a una mujer se le levanta la mano. Somos una sociedad machista que ni sabe cuando empezó todo, ni sabemos como renegar ahora de serlo.


Cada doce minutos se detiene a un hombre en España por maltratar a una mujer. Cada doce minutos tratamos de solucionar el problema. Cada doce minutos, lo que tarda usted en cepillarse los dientes.

jueves, 13 de marzo de 2008

Democracia inútil

A los españoles se nos da bien especular. Pero nos gusta que nuestras teorías sean aceptadas inmediatamente por todos y, para ello, nada mejor que utilizar los tópicos. Las expresiones triviales parecen sentenciar una conversación, al menos, quien la pronuncia se otorga la razón absoluta. Me acuerdo ahora de lo que me dijo un buen amigo mío en la jornada de reflexión: “en estas elecciones sólo vale el voto útil”. ¡Y dile algo! Resulta que ahora hay que ejercer el derecho a voto, pero sólo algunos sirven realmente para algo.

Eso mismo debe de pensar Rajoy y Zapatero. ¿Para qué molestarse en hacer un verdadero debate democrático que tenga en cuenta a todos los partidos políticos? Pues para nada, porque ni a los medios les interesaría tanto ni a la gente, dirán ellos, le importaría un bledo. Lo que sí que mola es montar un espectáculo, un `cara a cara´ al estilo americano. Discutir si tú tienes más planos, si yo salgo de perfil, si el moderador es más de izquierdas o si, volviendo a los tópicos, la abuela fuma. Al final, discusión descafeinada y en los noventa minutos del primer envite condensan los errores del pasado y, en el segundo, pues se dedican a repetir las propuestas que ya aparecen en sus programas electorales. Cuando terminan sus discursos te quedas con cara de tonto y das como ganador al que menos le tembló la voz o al que gesticuló con más vehemencia.

Lo más grave es que estamos hablando de asuntos serios. Por desgracia empieza a ser costumbres que sea el terrorismo, encarnado en Al Qaeda con el 11-M y en ETA asesinando a Isaías Carrasco, quienes nos recuerden que España ni debe ser un circo, ni los políticos unos payasos. La culpa de que unos desalmados tengan más armas que ideas nunca será responsabilidad directa del demócrata, pero flaco favor hacemos al pueblo si malgastamos el tiempo pegando carteles, donde en otros sitios pegan tiros.

Al igual que los malos estudiantes el día que recogen las calabazas, nos tiramos de los pelos ante los resultados electorales. Lloramos como Llamazares el cual parece enterarse ahora que el actual sistema reparte 100 escaños territorialmente. Sollozamos como los nacionalistas al observar que el bipartidismo es cada vez más creciente. ¿Qué esperaban? Si en democracia sólo se les da “prime time” a unos pocos, si somos incapaces de que los medios cumplan su responsabilidad social y aparquen momentáneamente su ideología y su factor económico.

Ya saben, a los españoles nos gusta especular y utilizar tópicos. Y como para algunos `si hay que ir se va – pero - ir pa na es tontería´ y para otros `la pela es la pela´, pues aquí se vota al caballo ganador que a los medios dan “perras”. Pregúntenle a mi buen amigo que si es del Madrid o del BarÇa, si le gustan las rubias o las morenas o si por las tardes toma sidras o cervezas. Olvídense del Numancia, de si existen las pelirrojas o si el vino también merece la pena. Es fácil darse cuenta del problema y que cada acción tiene su consecuencia. No se extrañen que el voto útil derive en una democracia inútil.

miércoles, 5 de marzo de 2008

La rabia


Las mismas endebles balsas se hunden hoy junto al archipiélago del Mar de las Antillas. Los mismos balseros que, de forma ilegal y desesperada, se lanzaban a cruzar el estrecho de Florida en el eufemístico periodo especial. Las mismas embarcaciones pesqueras que, de pescar apenas trataron, naufragaron también emigrando al sueño y escapando de `cayos malayos´. El caribe, que viste de chándal y camina anclado, ha mudado a traje oscuro y corbata. Los `Castros´, como los restos de poblados romanos, siguen inmunes de pié. “Fidel está ahí” dice él, “como siempre” pues la eternidad son sólo 50 años.

Las mismas formas se repiten como antaño. Falsas promesas nos esperaron tras la constitución del 40, tras la cesión del poder, tras la elección del pueblo que, más tarde Fidel, donde dijo digo dijo Diego. Al igual que su hermano mayor, de palabras huecas esperan voluntades vagas. Y en la misma periferia antes acorazada, y preventiva ahora, suenan los cantos favorables a la intervención del pueblo en el gobierno. “Pacífico y democrático” es el cambio en Cuba para Condolezza, quien sin embargo y sin vergüenza, con dureza lo aplica en los desiertos nucleares. Pero Raúl recibe aplausos de quien recibe crudo, ya que de bien nacido, el venezolano, también es ser agradecido. Chávez asegura que la isla pasará por una sucesión sin traumas, pero sería menester saber y preguntarle, ¿sin lesiones emocionales para quién?

Pregunten al Grupo de los 75 que, tras horrores y maltratos, hablan ahora viendo las rejas desde fuera. Donde Octavio Paz es subversivo y al derecho se responde con `derechazos´. Donde la tortura es el pan de algunos días, donde las visitas llegan desnudas y las familias son humilladas. Donde se exportan doctores y se importan dolores. Donde la libertad se consigue si el eco de las palizas resuenan como tambores. Pregunten por las detenciones azarosas, por sus fines propagandísticos y por las ejecuciones.

El ex Comandante escribiendo carga el arma y pronunciando dispara. El fuego ideológico que le gusta a Fidel, prende la llama de una tela bordada con estrellas y barras. A Demócratas otorga la “posición embarazosa” que les lleva a proclamar exigencias a Cuba, para que ningún voto se quede en casa. Y descubre el sinónimo americano que, apuntando al sector Republicano, dice el ex revolucionario que cuando en Cuba se pide cambio, “anexión responde el adversario”. Su mensaje, también, con continente viejo viene y al continente viejo va y, si “conviene ahora danzar con la música de la democrática y libertad”, recuerda Fidel, que Europa colonizó donde hoy extraen energía, materias primas y buscan mano de obra barata descalificando su moral.

Las mismas pateras surcarán temblorosas sin mirar atrás su república. Los mismos cayucos, llenos de herederos de la independencia, de la revolución triunfante, y del Che Guevara huirán del castrismo que Raúl encarna. El pueblo cubano sabe que sólo habrá esperanza, cuando muera el perro y, con él, la rabia.

domingo, 18 de noviembre de 2007

EL ARTE PIXELADO

“La duda lleva al examen, y el examen lleva a la verdad”. Según Pedro Abelardo, teólogo francés al que se le atribuye esta cita, es con la duda cuando comenzamos a vislumbrar la verdad. Cuando Roger Ebert, uno de los críticos cinematográficos de mayor prestigio, afirmó que los videojuegos nunca podrían ser arte, destapó la caja de los truenos y sembró la duda dentro del sector. Se reabre así otra vez el debate de lo que puede y no puede ser arte. Con la aparición de nuevas tecnologías y formas de expresión, los expertos comienzan a preguntarse si se debe ampliar el abanico de artes clásicas que existen hasta este momento. Por ahora, tan sólo son siete las reconocidas: la pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, danza y el cine.
Pero vayamos por partes, para saber si los videojuegos son o no son arte, o si tiene el potencial de serlo, deberíamos primero preguntarnos, qué es el arte. Por ahora, lo que haremos será escoger las afirmaciones más representativas sobre lo que es arte y haremos un análisis de las mismas, para saber si los videojuegos pasan el corte. Comencemos por la definición que nos aporta el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “acto mediante el cual el hombre imita o expresa lo material o lo invisible, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, y crea copiando o imaginando”. Desde esta óptica parece que los videojuegos no tendrían problemas para hacerse un hueco entre las artes. En la elaboración del producto, el diseñador gráfico, por ejemplo, crea una estructura poligonal con la que representa lo material. Algo parecido a lo que hace un arquitecto cuando esboza sus primeros bocetos con el “Autocad” para conformar la estructura de un edificio. Pero no nos debemos parar aquí y pensar que todo el trabajo ya está hecho. Y no podemos porque definiciones como está, están pensadas para ofrecer un servicio rápido y funcional a través del lenguaje. Sirven para hacernos una idea del significado de las palabras. Más interesante son las definiciones de los grandes pensadores, más abstractas y subjetivas, pero que nos aportan nuevos puntos de vista. Según el pintor catalán Antonio Tapies “El arte es la filosofía que refleja un pensamiento”. Más concreto fue el también pintor y escultor francés Jean Dubuffet cuando dijo que “el arte es un lenguaje, un instrumento de conocimiento y un instrumento de comunicación”. Si nos vamos al primero, nos quedamos igual que antes, es decir, la filosofía se puede expresar de diversas formas, no hay un formato establecido. Por otra parte, el hombre refleja, también, su pensamiento con cualquier acción que realiza. Sin embargo, llama la atención lo bien que encaja el videojuego en la idea de arte que tiene Jean Dubuffet. El videojuego es lenguaje y se crea mediante un lenguaje (códigos) característico, además de servir en ocasiones de instrumento de aprendizaje (observemos juegos como Full Spectrum Warrior que utilizan los militares estadounidenses en su entrenamiento táctico o los juegos de Fórmula 1, con los que Hamilton repasaba los circuitos en los que nunca había corrido). Además, utiliza también un canal estándar de comunicación como la televisión, por el cual, los desarrolladores nos comunican sus ideas.
Ebert no sólo desestimó al videojuego como arte en la actualidad, sino que le arrebató, también, la posibilidad de llegar a serlo en el futuro. Fue una cualidad la que utilizó en su contra: la interactividad. Al parecer ésta rompe la estructura narrativa que crea el “artista”. Parémonos un poco en estas afirmaciones, porque descubriremos que no puede ser un factor negativo para el videojuego. La interacción del jugador con el juego no desvirtúa el producto creado, ni tampoco lo forma. Más bien lo contempla, como cuando se observa, también, una escultura o lienzo. No se puede decir que no haya interacción en otras artes como la literatura, ya que si el Quijote no lo leyera nadie, desde luego no sería una obra tan conocida. Y en esas lecturas de Shakespeare o Quevedo, es la imaginación la que interactúa con el texto, es la “cruceta” de nuestros pensamientos la que nos hace ver un paisaje más verde o frondoso que el páramo que sugiere a otra persona, que a nuestro lado, también lee atentamente el libro. Cuando los “video-jugadores” manejan a Mario, es cierto que deciden o no, saltar sobre las numerosas tortugas que se encuentran a su paso pero, esa interacción, no rompe su narrativa global y, desde luego, no transforma la filosofía que el autor ha querido expresar con su juego.
“Estamos hablando de prejuicios y de mentes estrechas y os invitó a convencer al mundo de que estamos ante una forma de arte”. Con estas palabras respondió Clive Barker en la presentación del videojuego “Jericho” ante los medios. El famoso novelista parece darse cuenta de que el arte es algo subjetivo, y que de nada sirve intentar convencer con argumentos científicos a nadie. Mediante una cadena lógica de acontecimientos intentó, al menos, crear la duda entre los críticos, “Si la novela gráfica de Frank Millar ‘300’ es una obra de arte, si la película basada en su novela es una obra de arte, ¿por qué el videojuego basado en la película no lo es?” Una buena pregunta al final. Es difícil responder por qué las bandas sonoras que compone Harry Gregson-Williams para películas como La Roca pueden considerarse artísticas, mientras que sus piezas en Call of Duty 4 pasan inadvertidas. Entendemos que la música es un arte y el soporte en el que se comunica no debería determinar su validez como tal.
Uno de los motivos que relanzó el debate fueron las declaraciones de Hideo Kojima, en las que aseguraba que no se podía considerar a los videojuegos una expresión artística. Llamó la atención que uno de los grandes “gurús” dentro de la industria se desmarcase con unas declaraciones que perjudicaban la madurez del sector. ”El arte es algo que radia del artista, la persona que crea la pieza de arte. Si pasan 100 personas y una sola de ellas es cautivada por lo que la pieza irradia, eso es arte”. Pongamos como ejemplo uno de los juegos más famosos de Kojima, Metal Gear Solid, y veamos si, esta visión tan reductora de lo que es el arte, impide seguir pensando que estamos ante un juego diferente al resto. La población española está rozando los 43 millones de personas en el 2007. Según un reciente estudio de ADESE, el parque de jugadores que juegan a videojuegos se acerca ya a los 9 millones de personas. Las ventas de un juego de estas características apenas supera el millón de copias vendidas en nuestro país. Y desde luego, todas las personas que poseen este juego, no ven en él, una pieza artística. Se podría decir que tan sólo unos pocos estamos convencidos que nos encontramos ante una obra maestra dentro del género al que representa. Obsérvese entonces que la proporción de la que nos habla Kojima, no es tan alejada de la realidad. Estamos de acuerdo en que la industria del cine posee similares características a la de los videojuegos. Sus productos también van dirigidos a las masas consumidoras, pero una película como Casablanca puede ser un éxito de ventas y crítica, y ese factor comercial (sea el motivo por el que sea el que se pueda vender el film) no supone un punto negativo para poder estar seguros de que estamos ante una forma de arte. Kojima además prosiguió añadiendo que “un videojuego debe asegurarse de que las 100 personas que jueguen disfruten del servicio que provee el juego. Es como un servicio. No es arte” Ese afán de ventas necesario para asegurar que un producto llegue a los hogares, no es propio tan sólo de la industria del videojuego. Como vemos también se da en otras artes como el cine. Algunos directores tienen la libertad de realizar su trabajo sin la presión comercial. Esto ocurre porque el cine, a diferencia de los videojuegos, se encuentra en una fase más madura. La industria se ha partido en dos, y aunque sigue existiendo un “Hollywood”, el cine ha sabido crear otra corriente alternativa en el que las ventas no son el único baremo de calidad artística. Según Henry Jenkins, director del programa de estudio de medios en el Massachussets Institute of Tecnology, el sector de videojuegos necesita “una estética de banda de música garage, o una estética de cine independiente para los juegos". Quizá así, lleguemos al punto de madurez necesaria para que los videojuegos se comiencen a ver no sólo como simple entretenimiento lúdico, lo cual tampoco debería de dejar de serlo nunca. Los mismos prejuicios que infravaloran e incluso demonizan el videojuego, también parecen sugerir que sólo es arte lo aburrido, o al menos lo que divierte sólo a unos pocos.
Quedan muchas voces silenciadas en este texto que, por espacio, no han podido ayudarnos a aclarar mejor este tema tan controvertido. Se quedan así en el tintero el tema de las emociones en el arte, liderado por el famosísimo director de cine, Spielberg, que afirma que la mayoría de edad llegará al sector “cuando alguien confiese que ha llorado al llegar al nivel 17”. Igualmente, la ingente cantidad de información que circula por Internet y otros canales, debe saber el lector que no nos sacarían de la duda en que ahora nos hayamos. Al menos nos queda la duda, y no la certeza de que el hobby al que tantas horas le dedicamos, no pueda ser algún día una arte reconocido y maduro. Y les aseguro una cosa: no piensen que lo que ustedes controlan sentados cómodamente desde el salón de sus casas, es un ejercicio más inocuo que la utilización de la palabra que he manejado durante todo el artículo. ¡Pobre de mí! Si pensara que siendo la literatura arte, mi artículo fuera una ínfima parte… De lo que todos sentimos, vivimos y amamos, cuando al encender la tele, jugamos, con nuestro arte pixelado.